martes, 20 de noviembre de 2007

La Soledad

Ahogandome en un vaso de soledad, ya pasó el tiempo, mis hijos ya grande están, mi marido muerto está, y yo sin compañia me encuentro. Pero que vaga idea de encontrar ahora un acompañante, a esta edad ¡Es imposible! Ni mis hijos me soportan, pero ellos me ayudan mucho, son muy lindos todos y cada uno, ellos son los que me repiten que soy anciana, para que no me ilucione con una pareja, si que son hermosos, para que esté bien me quieren enviar a un acilo, que lindos mis hijos, todos aman a sus hijos ¿no? Todos son maravillosos, aunque, todos mis hijos esten lejos... Ellos me adoran tanto, que nisiquiera me quieren con un acompañante, no me comparten, pero me hace mucho daño estar sin nadie junto a mi, soy anciana lo sé, pero no quiero estar sola. Ya les escribí la carta a mis hijos, creo que llegó la hora. Solo necesito una de las corbatas de mi marido... Ahora la estoy amarrando sobre la viga, subo a su mesa preferida que se ubica bajo esta, me cuesta. Ya empuje la mesa y no estoy apoyada sobre nada, colgada en el aire ¿llegarán cuando sepan?... Los amo, los amé y los amaré